Seguimos con nuestro recorrido y llegamos a la ciudad de Asúan (Aswan) al Sur de Egipto, a diferencia del resto de días, esta vez tendremos que hacer un largo recorrido hasta llegar a nuestro nuevo destino, «El Templo de Abu Simbel».
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Abu Simbel
Aswan (Asuán) es una ciudad bastante grande que apenas pude ver.
Ese día tocaba levantarse a las 3 de la mañana para poder llegar a Abu Simbel, el trayecto en autobús es de tres horas y la policía te acompaña hasta allí.
Sinceramente, Abu Simbel me decepciono un poco, supongo porque las expectativas eran muy altas y después de 3 horas de bus uno esperaba encontrarse algo más sorprendente.
Abu Simbel impacta por las estatuas de la fachada, pero, a mí parecer, los templos egipcios visitados los días anteriores son mucho más impresionantes tanto por dentro como por fuera.
¿Por qué se trasladó el Templo de Abu Simbel?
Lo sorprendente para mí, es que en 1959 el templo fue trasladado a una parte superior debido a la crecida del agua por la creación de la Presa de Asuán, una tarea nada sencilla, pues el templo está enclavado en la montaña, así que han tenido que hacer toda la estructura interior de nuevo según los canones y en la misma dirección al sol y la luna.
Otra de las curiosidades del Templo de Abu Simbel por dentro, es que en el interior hay 4 estatuas, de estas cuatro, solo a tres les da el sol, a excepción del Dios Ptah, «Señor de la Magia y Maestro Constructor» que siempre permanece en la penumbra.

El templo de Abu Simbel fue construido tan al sur de Egipto porque el famoso y egocéntrico faraón Ramses II quería ser deificado antes de morir, pues un faraón solo ascendía a nivel de Dios una vez fallecía y como los sacerdotes de Tebas no se lo permitieron, Ramses II “El Grande” creó ese templo para sí mismo.
Por eso, en el mismo templo aparece junto al resto de dioses, como si él fuese uno más.
Precio: 240 libras (unos 13€)
El Templo de Nefertari
Al lado del templo de Ramses segundo, está el Templo de Nefertari (Templo de Hathor), la esposa favorita del faraón.
Nefertati fue la reina regente en ese período y tuvo una gran influencia política, se la puede ver en muchos grabados junto a Ramses II en otros templos.
Sobre el templo en sí, no es tan impresionante como el de su marido, pero merece la pena verlo.

Una vez hechas las explicaciones y las fotos pertinentes, nos volvieron al autobús de vuelta hasta Aswan, donde yo aproveche para dormir en el bus.
El pueblo Nubio
En Asuán vive una importante población Nubia, “los nubios” son una población negra que vive al sur de Egipto, tuvieron un breve periodo de control sobre Egipto en la antigüedad llegando a tener hasta cinco faraones (Dinastía XXV).
Actualmente, su población vive entre Egipto y Sudán y visitar sus pueblos y a su gente fue una de las cosas más divertidas e interesantes que hicimos, por su cultura y sus casas coloridas.
Primero, nos subimos en un catamarán y dimos una vuelta por el Nilo, y luego, (quién pago la excursión opcional), se subió a otro barco (esta vez a motor) que nos llevó hasta un pueblo Nubio al otro lado de la orilla llamado Gharb Soheil.
Si tenéis está opción, cogerla sin dudar, nosotros nos dimos un baño en el Nilo (coged bañador) y luego visitamos una casa típica tradicional Nubia, un nubio que hablaba español nos contó sus peripecias por el mundo como bailador (incluso había estado en mi pueblo en los años 90) y comimos un té y unas pastas hechas por ellos mismos.
Las chicas que quisieron, se hicieron también un tatuaje de henna (esos que se borran en una semana).

Luego, dimos una vuelta por el pueblo, cogimos un pequeño cocodrilo para hacernos unas fotos y nos dieron una pequeña clase de árabe.
Al terminar, volvimos al barquito hasta nuestro crucero, disfrutando del viento y las estrellas, esa fue una de las experiencias que más me gustó del viaje.